Dalila observó a Roy mientras pasaba junto al monstruo sin acabar con él, y no pudo evitar preguntarse por su extraño comportamiento.
—Sabes, podrías haberlo terminado —dijo ella con un matiz de diversión en su tono—. Jugar con tu presa no es precisamente un buen hábito.
Roy se acercó a ella, su expresión severa e inflexible se suavizó.
—Has malinterpretado mis intenciones otra vez —explicó, enfatizando la última palabra mientras hablaba con una voz firme pero suave—. No soy un pervertido sádico que disfruta jugando con los débiles. Solo estoy siendo considerado contigo. Esa criatura está a punto de convertirse en un monstruo de aura, y eliminarlo con tus manos sería muy ventajoso para ti.
—Pero no tengo la fuerza para derribarlo —respondió Delilah, su voz teñida de derrota. Los pocos intercambios que tuvo con el monstruo habían demostrado que ella carecía de la fuerza para penetrar sus defensas.