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Uno de los pinchos que sobresalían de la esfera de cristal, que había aterrizado a un paso de Noah, ya había penetrado su manzana de Adán, herido su cuello y extraído una pequeña cantidad de sangre de su garganta que resbalaba hacia su pecho.
Noah vio el reflejo de esta escena en la superficie brillante de la esfera de cristal, y al darse cuenta de cuán cerca había estado de la muerte, las pupilas de Noah se dilataron, sus ojos se redujeron al tamaño de agujas.
—Eso habría entrado en mi boca a través de mi barbilla si hubiera sido más bajo. Podría haber sobrevivido, pero mi rostro habría quedado permanentemente dañado. —tragando nerviosamente, Noah se arrastró lejos de ella y agradeció su buena suerte de medir 6 pies y 1 pulgada, mientras se levantaba y se sacudía el polvo de su distinguido ser.
Se oyeron sonidos de pasos. Se giró hacia la dirección de donde venían y vio una figura sombría detrás del polvo.