Lux echó un vistazo al suelo y observó a los dos monstruos de rango calamidad que escaparon de la prisión.
Aurora, que estaba en sus brazos, temblaba porque sabía que ella era la responsable de que los dos monstruos escaparan.
—Lo siento —dijo Aurora—. Simplemente tengo muy mala suerte.
Lux estaba a punto de decirle que no era su culpa, pero logró detenerse a tiempo. Sabía que esas palabras no ayudarían a Aurora.
Lo único que podía hacer ahora era decidir qué iba a hacer a continuación.
—¿Deberíamos avisar a la ciudad? —Lux preguntó a Lilian, quien se había transformado en una pequeña slime que actualmente estaba posada en su hombro.
—La santa que nos siguió ya está de camino de vuelta a la ciudad —respondió Lilian—. Estoy segura de que advirtirá a todos una vez que llegue.
Cethus, que volaba a su lado, echó un vistazo a los monstruos en el suelo antes de dirigir su mirada a Lux.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —Cethus preguntó.
