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El suelo tembló como si hubiese un terremoto dentro de la mazmorra.
Eiko había zigzagueado por el laberinto subterráneo, con el enfurecido Gusano Gigante siguiéndola de cerca. Su habilidad Excavar [EX] le permitía seguir cavando mientras tuviera Maná, y eso era justo lo que el pequeño Slime hacía en ese momento.
Sin embargo, justo cuando huía del Gusano de la Muerte de Indus, sintió una especie de atracción que la jalaba desde la Parte Oriental del Laberinto.
Siguiendo su instinto, Eiko se dirigió en línea recta hacia esa dirección mientras se abría paso por la tierra como un cuchillo caliente cortando mantequilla.
Cincocientos metros...
Trescientos metros...
Cien metros...
Finalmente, después de casi quedarse sin Maná, el cuerpo de Eiko se detuvo por completo al chocar con algo que irradiaba una luz plateada.
Eiko no sabía con qué se había topado. Todo lo que sabía era que no podía cavar a través de ello.