Kieran miró todos los ojos puestos en él, cada mirada ardiendo con el deseo de saber qué lo había convertido en este vaso dormido de sangre, muerte y destrucción que se sentaba ante ellos.
Recordar sus experiencias le resultó fácil, pues constantemente se reproducían en la mente de Kieran. Las emociones eran crudas y conmovedoras y a veces lo confundían como si le faltara algo de la experiencia.
El vacío que sentía al relatar internamente las experiencias era evidente e inevitable. No podía evitar lo que pensaba porque aunque era la historia de Valdu… las decisiones que Kieran tomaba dictaban cómo se sentía al final.
Los dolores de culpa que sentía por ser el que sobrevivió, por ser al que la Llama apreciaba y en el que ponía un interés exclusivo, condenando la supervivencia de los Malignos — todo ello pertenecía a Kieran.