Este cuarteto ante él estaba entre los más aterradores con los que Kieran se había encontrado. Aunque había figuras sin igual como Agrianos, Hekaina y más, ninguno de ellos había desatado una fuerza tan temible como la que acababa de enfrentar.
Su opinión actual provenía únicamente de la sensación de una presión formidable, por lo que su percepción del poder estaba distorsionada. Aquellos que nombraba en su mente existían en un nivel de poder tan elevado que su verdadero poder era insondable e imperceptible a su vista.
Ahora libre de la restricción de esa presión impía, Kieran observaba a estos cuatro —principalmente a Rhaenys y Draegerys— con la máxima vigilancia. Pero también se mantuvo en un silencio forzado a pesar de encontrar toda la situación curiosa.
Que Kieran se quedara en su lugar atrajo más miradas del temible cuarteto, pero no lo hizo para crear una brecha en su alianza. Le interesaba más la familiaridad creciente que emanaba de todos ellos.