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El pecho de Kieran ardía con un dolor efímero e ilusorio, un recuerdo de las cicatrices que alguna vez sufrió, las cuales ahora permanecían marcadas en su psique —una experiencia de la cual podría desencadenarse
Si así lo deseaba.
Había muchas cosas que el joven Demonio deseaba, pero estar libre de las cicatrices didácticas de Adeia no era una de ellas. Si podía recordar su intención, movimientos y gracia impecable al golpear, podría ayudar a elevar su habilidad con la espada a un nivel completamente nuevo.
Aparte de obtener información de sus golpes físicos, también estaba la intención tejida dentro, que Kieran ahora reconocía como una faceta de su Dádiva celestial —otro término que Kieran había aprendido hablando con el Cardenal Weiss.
El Cardenal impartió información fragmentada, dejando a Kieran hacer conjeturas inteligibles, pero no podía decir cuán precisa era su hipótesis
No obstante, llegó a dos posibles medios