La comprensión de que el final de la Prueba pronto estaría sobre ellos se estrelló contra la mente de Kieran como una bomba surrealista.
Inesperadamente, lo invadieron emociones ambivalentes.
Una parte de él contaba los días con un deleite inquieto, anhelando el final de la Prueba como si fuera el regalo más sublime que pudiera recibir. Eso sería una verdadera bendición porque marcaba el retorno de todo lo que le habían robado.
Esta Prueba... era un infierno.
Al menos para él, personalmente. Aparte del confirmado placer de la experiencia del Heredero Sagrado, quizás los demás lo estaban pasando mucho mejor, pero siempre se suponía que fuera un escenario de pesadilla para Kieran.
Después de todo, sus logros determinaron qué Prueba enfrentaría cada Heredero. Su éxito dependía de sus esfuerzos personales.
La voz se lo había revelado, pero inicialmente no lo había entendido.