Kieran había estado intrigado por la afirmación del Heredero Sagrado, pero cuando aprendió la verdad de lo que ella quería decir... sintió que la indignación se levantaba en grandes masas. El ácido vitriolo subió a la punta de su lengua, y el odio se gestaba como una herida podrida, destruyendo parte de su impresión de ella.
Durante su respiro, el Heredero Sagrado había aventurado más profundamente en la tierra idílica siguiendo a las criaturas que la acompañaban. Se había topado con frutas que aún no había consumido —frutas parecidas a bayas con un sabor astringente.
Al menos el sabor acético que ella describió aplacó algo de su repulsión. Sin embargo, Kieran seguía amargado por toda la situación.
—Ah claro, ella consigue comer alguna fruta agria. Pero yo debo soportar que mi alma y cuerpo sean quemados y forjados por una avalancha de resentimientos. No somos iguales...
Kieran liberó su exasperación a través de un profundo suspiro antes de volver a la conversación actual.