Kieran miró la Cadena Sagrada en silencio durante unos minutos antes de frotarse el mentón pensativo.
Si fuera verdad que los Herederos no podían decir su nombre, tendría que haber otra forma de compartir su identidad. Pero todas las maneras que Kieran podía imaginar requerían que estuviesen en presencia del otro.
Por supuesto, para estar seguro, Kieran intentó pronunciar su nombre una vez más.
—...Aat
Como sospechaba, tan pronto como su intención fue registrada, el Ancla no muy lejos vibró, liberando un torrente de su enigmático poder. Aplastó y cortó fácilmente la conexión, haciéndole saber a Kieran que sus sospechas eran correctas —o por lo menos que iba por el camino correcto.
'Si está prohibido decir nuestros nombres... supongo que decirle que soy Valdu tampoco servirá.'
Kieran reflexionaba sobre la situación.