Los ojos de Kieran rebosaban de un poder crítico ya que adquirían una profundidad mística que buscaba desvelar lo que se le ocultaba.
Un dolor sordo comenzó en sus ojos y lentamente se conectó a su mente, lo que típicamente sucedía al usar los Verdaderos Ojos Reveladores y los Ojos de Discernimiento Profundo en conjunto.
Solos, eran poderosos, pero juntos… eran increíbles.
El uso simultáneo iba en contra de cómo Kieran generalmente utilizaba los ojos y de cómo se le había aconsejado acercarse al conocimiento desconocido, pero su situación actual era implacable. Usar sus ojos mejorados para discernir primero y luego revelar desperdiciaba demasiado tiempo —tiempo precioso del que ya carecía en extremo.
Después de sufrir la mordida del Bloodwight, comprendió lo peligroso que era demorarse en el pensamiento. Por lo tanto, su única opción previsible era enfrentar las consecuencias de los usos concurrentes de ambas habilidades oculares.