Las palabras de Kieran tocaron una cuerda profunda dentro de la Llama.
Aunque la Llama era una manifestación de odio y vil poder, revelaba y mostraba aspectos de soledad que no podían ser ignorados. Ahora que tenía a alguien con quien hablar y desafiarla, la Llama no podía dejar de hablar.
Estaba estimulada de maneras que los seguidores de Guerra y Llama no podían alcanzar.
Tras haber aprendido del poder que tenía, Kieran sintió que era el momento perfecto para establecer algunas reglas y determinar una línea clara en su relación.
—Llama... No soy tu amigo. Nuestra relación siempre será una transacción. Tú das, yo tomo. Tú tomas, yo doy.
La Llama se quedó en silencio y pensativa, como si le hubieran robado toda alegría. Odiaba ser negada, pero peor aún, odiaba que no se diera cuenta de que, en algún momento, quería entablar amistad con el chico sin nombre.
No, no con ese chico.