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El viaje al aeropuerto fue rápido y ambivalente. Algunas partes del gran vehículo estaban en silencio, otras se llenaban de carcajadas estrepitosas, y el resto estaba lleno de riñas incoherentes que contribuían al ambiente desordenado.
Weasel se había integrado sorprendentemente bien en la discusión de Bastión y Nemeán como la pieza final de un rompecabezas.
La semejanza del comportamiento irascible y desvergonzado dejó a Weasel sintiéndose particularmente ligero, no agobiado por algunas de las cargas mentales empujadas a los rincones remotos de su mente para disminuir su tormento.
Pero era diferente para Kieran.
Su mente no estaba presente, disfrutando del momento o notando las relaciones crecientes entre sus compañeros y amigos. Su mente visitaba el futuro —bueno, su versión de él al menos.
—Tantas cosas por lograr. Tan poco tiempo para hacerlas.