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A diferencia de los otros objetos expuestos dentro del Intercambio, este en particular llamaba a Kieran, resonando con su credo, mentalidad y convicción a un nivel que nunca había sentido antes.
Con tal alta compatibilidad entre él y este objeto, Kieran sintió que sería un tonto si no intentara aprender más sobre él.
Sosteniendo el tomo fragmentado en su mano, Kieran experimentó un fenómeno háptico en el cual tocar el tomo resultaba en cierta distorsión sensorial leve. Si Kieran no estuviera consciente de su entorno actual, habría creído que fue transportado a algún tipo de paisaje onírico con solo tocarlo.
Sin embargo, lo que sintió fueron los restos de una intención extraordinariamente pura.
—No es sorprendente que te sientas atraído por un objeto así —habló Veradin, sus ojos brillando con un leve deleite mientras sus labios se curvaban en una sonrisa complacida.