Kieran luchaba por contener su risa al mirar la expresión hilarante de Hamon. Al escuchar hablar de un juguete nuevo, Hamon levantó de inmediato sus gafas protectoras y miró a Kieran, con los ojos del tamaño de los huevos de codorniz.
Normalmente, Hamon no reaccionaría tan intensamente a una oferta. Sin embargo, la maravillosa llama ante él había reavivado el amor de Hamon por el arte. ¿Ahora Kieran decía tener algo más de un valor notable para él? Con todo eso en mente, la reacción de Hamon era comprensible.
—Bueno, no es realmente brillante, pero estoy seguro de que será increíblemente valioso para ti. Si no me equivoco, puede elevar tu habilidad de forjar a un nivel completamente nuevo —dijo Kieran, creando un deseo creciente dentro de Hamon.
—¡Chico! ¿No crees que sé cuando alguien me está engatusando, eh? Puede que me falten ciertos campos académicos, ¡pero no soy ningún tonto!