—En las cámaras de curación del Consejo de la Deidad de la Guerra...
Los párpados de Kieran temblaron, y sus ojos se abrieron tras sentir una sensación placentera en su piel. Cuando miró a su izquierda, vio a una joven encantadora con cabello color durazno y ojos verdes suaves.
Sus cejas se fruncieron mientras se esforzaba por tratar la horrenda herida en el hombro de Kieran. Unas gotas de sudor resbalaban por su frente mientras miraba hacia arriba y notaba que los ojos de Kieran estaban abiertos.
En lugar de alarmarse, dio una orden precisa. —Por favor, no se mueva. Solo empeorará la herida y deshará nuestras horas de arduo trabajo. Permanezca quieto hasta que esté adecuadamente curado.
Kieran no respondió de inmediato, tomándose el tiempo para examinar su entorno. Como no podía girar la cabeza, su comprensión de la habitación era algo limitada.
Además, cuando intentó percibir su entorno extendiendo sus sentidos, notó que inducía un dolor de cabeza insoportable.