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Durante los siguientes días, Max respondió a un flujo constante de mensajes de sus observadores de la Alianza, quienes parecían estar curiosos sobre todo lo relacionado con lo humano.
Su Comandante no les otorgó permiso para venir a visitar Terminus incluso después de que algunas habitaciones se liberaron cuando los padres de los nuevos alumnos comenzaron a irse a casa, pero Nico les envió el programa replicador para una variedad de alimentos humanos que podrían enseñar a sus propias computadoras para que pudieran formarse una opinión adecuada sobre la cocina humana.
Max pensó que era un poco ridículo que ni siquiera enviaran a unos cuantos miembros, pero era la elección de su jefe de seguridad mantenerse en cuarentena. No es que estuvieran escondiéndose de nadie, pero podían hacer su trabajo desde cualquiera de las naves, siempre y cuando Terminus siguiera enviándoles datos.
