Durante seis horas más, Max fue arrastrado de baile en baile, conociendo a nuevas personas y descubriendo facetas de su Regimiento que no esperaba que existieran.
Algunas, como el Coronel Klinger teniendo increíble suerte con las damas, no eran tan inesperadas, pero otras, como el callado Piloto de la Clase Corvette del Cuarto Batallón liderando una sesión de micrófono abierto de thrash metal en el tercer nivel del lugar, eran totalmente inesperadas.
Según pudo averiguar Max, varios pilotos habían gastado sus asignaciones de la Impresora de Materiales para hacerse instrumentos musicales. Así que, cuando llegó la hora de la fiesta, encontraron un buen lugar y se hicieron cargo de él para realizar una jam de micrófono abierto con cualquiera del Regimiento que estuviera dispuesto, junto con varios cantantes voluntarios entre los invitados.