El General Kirkland se acercó al lugar donde Max y Nico admiraban la devoción de algunos de los Nobles de Comor por la glotonería. Se abrió paso entre la multitud que se dispersaba con una sonrisa hasta que se acercó a los dos Pilotos Kepler, momento en el que levantó una mano con un par de tarjetas llave del hotel en ella.
—Como prometí, vuestras habitaciones están listas. Espero que no os importe que estén en el piso de la delegación de Cygnus. Fue la única manera de obtener una habitación extra con poco tiempo de antelación. El hotel está prácticamente lleno por las próximas fiestas de compromiso —explicó el General.
—Por lujosas que sean las habitaciones en un transporte Clase Capital, estoy seguro de que cualquier cosa que nos pudierais encontrar en este hotel sería una mejora, General Lord —rió entre dientes Max.
—El armario de la escoba tiene dos metros por tres con suelo de madera y accesorios dorados. Lo comprobé —añadió Nico, haciendo reír a varios de los invitados.