—¿No tienes deberes que hacer? —Leo se sentó junto a su hermana, Clara, y preguntó.
Clara estaba sentada en el sofá de la sala y jugaba con su mascota medio dragón, Skye.
—Hermano, ¿te olvidaste?
—¿Olvidar qué?
—Que nuestra Academia estaba cerrada debido a la guerra.
—Eso fue solo por ayer. ¿Por qué faltaste a la escuela hoy? —Leo preguntó en tono inquisitivo.
Clara puso morritos. —Porque estaba preocupada por nuestro hermano mayor.
—¡Excusas! —Leo murmuró en un tono que Clara lo escuchara.
—He oído que tu maestro te envió deberes junto con los materiales de estudio de hoy. —Al oír esto, ella abrió los ojos ampliamente en pánico y preguntó.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque hablé con la persona que vino a entregar las notas. —Leo la encontró en la entrada del Palacio del Dragón cuando ella salía.
Su expresión se volvió seria, y sus ojos reflejaron ese cambio. —¿Qué excusa tienes ahora?
—¿Y tú? —Ella preguntó mientras intentaba cambiar de tema.
—¿Qué pasa conmigo?