—¡Clic!
Dos guardias abrieron las puertas de la sala de reuniones. Mientras ella estaba en la entrada, la brillante luz dorada que emanaba de su cuerpo iluminaba toda la habitación. La luz era tan intensa que todos se vieron forzados a cerrar los ojos.
—¡Clic-clic-clic!
El sonido rítmico de tacones altos hizo que todos abrieran los ojos para mirar a la persona que entró en la sala.
El Primer Ministro del Imperio de la Dominion del Eco sacó personalmente una silla de su anillo de almacenamiento y la colocó frente a los Gobernantes para que ella se sentara.
Mientras ella se sentaba lentamente y miraba a los demás, nadie pronunció una sola palabra.
—Saludos...!! Soy la Diosa de la Luz. Todos pueden llamarme, Luna —dijo Luna con una sonrisa amable en su rostro.
—¿Alguien tiene alguna objeción a que la Señorita Luna se convierta en la Comandante Suprema? —preguntó Daxton, al levantarse y mirar a todos en la sala.