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—Señor, ¿a dónde vamos? —preguntó el conductor del carruaje a Félix.
—A la instalación de entrenamiento militar. —El conductor del carruaje asintió y comenzó a conducir el carruaje con cuidado. El conductor había sido contratado especialmente porque conocía cada rincón, calle y callejón de la Ciudad Azur.
Mientras tanto, Félix estaba perdido en sus pensamientos mientras miraba hacia fuera a través de la ventana del carruaje.
La ventana del carruaje era especial. Los de afuera no podían ver a las personas sentadas dentro del carruaje, pero desde el carruaje se podía ver todo lo de afuera.
Debido al tráfico, el carruaje no podía avanzar a su máxima velocidad. El carruaje se movía despacio.
Debido a su color dorado, el carruaje atraía muchas miradas mientras se movía por la calle. Félix podía ver a la gente mirando su carruaje.
Al ver esto, Félix sintió una sensación de satisfacción en su mente. Una sonrisa satisfecha apareció en su rostro.