—Félix, tengo que decir que estoy realmente impresionado por los diferentes tipos de armas que me has mostrado en esa isla abandonada. En mi opinión, esta reunión valió totalmente la pena —dijo Aditya con una pequeña sonrisa en su rostro.
Cuando le hablaron de reunirse con Félix, Aditya pensó que Félix era otro comerciante codicioso que quería vender armas al Imperio de Istarin y ganar mucho dinero. Después de todo, dado la enorme riqueza que tenía el Imperio, no es sorprendente que comerciantes como Félix quisieran vender sus armas al Imperio. En sus ojos, el Imperio era como una gallina de los huevos de oro que podría poner huevos dorados.
Esperaba que la calidad de sus armas fuera muy pobre y no estuviera a la altura. Pero resultó que Aditya estaba completamente equivocado acerca de Félix.
Aditya se sentía contento de no haber rechazado la solicitud de reunión de Félix. Si lo hubiera hecho, entonces no habría podido ver y comprar cañones mágicos de tan buena calidad.