—¿Có--Cómo llegaste aquí? —Alex logró balbucear, tratando desesperadamente de reunir algo de valentía, aunque su temblorosa voz lo traicionaba.
—¿Has olvidado quién soy? —Sus palabras, simples como eran, enviaron un escalofrío por la espina de Alex, como si alguien hubiera caminado sobre su tumba.
—¿De verdad pensaste que a un hombre que puede desmantelar un Imperio entero en una sola noche y someterlo bajo su mando le resultaría difícil entrar en tu castillo? —Aditya continuó.
—Capitán, has amasado una gran fortuna —comenzó Aditya, su sonrisa ensanchándose ligeramente—. Me conoces, tengo afición por apoderarme de la riqueza. Así que decidí servirme de tu bóveda del tesoro antes de que alguien más tuviera la idea. No te molestes en agradecerme.