Todo el Imperio de Istarin estaba vivo con un espíritu vibrante de alegría y anticipación. Desde la aldea más humilde hasta las grandes calles de la Ciudad Azur, un ambiente festivo había tomado control. Banderas con el escudo del Imperio se exhibían con orgullo, ondeando al viento, y luces de colores adornaban cada esquina, convirtiendo todo el reino en un paisaje de cuento de hadas. Gente de todos los estratos de la vida se preparaba para celebrar el año nuevo, un tiempo de renovación, esperanza y unidad.
En el corazón de todo, el Palacio del Dragón era un hervidero de actividad, un microcosmos del fervor festivo del Imperio. Los grandes salones estaban decorados con lujosos adornos, mientras que en los vastos jardines se preparaban los preparativos para un impresionante espectáculo de fuegos artificiales.