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—¡Noah! —exclamó Aditya con genuino cariño, dirigiéndose hacia su inesperado conocido. Pero Noah no estaba allí solo. A su lado se encontraba una mujer que emanaba gracia y belleza, proyectando un aura etérea a su alrededor. Ella era Lily Osburn, la primera princesa de la famosa Dinastía Edrinia, ubicada en los confines sureños de la región central de Westnia.
Una cascada de cabello carmesí intenso caía hasta la cintura de Lily, balanceándose suavemente con cada paso que daba. A pesar de que su estatura era modesta, 5 pies y 4 pulgadas, su presencia era regia. Sus pupilas rojas, en perfecta armonía con su cabello, contenían profundidad y secretos. Pero lo que verdaderamente cautivaba a la mayoría era su atuendo. Vestida con un kimono tradicional, una marca distintiva de la familia Osburn, llevaba un velo que le cubría el rostro. Esta misteriosa tradición era característica de las mujeres Osburn, despertando la curiosidad de muchos sobre la belleza que ocultaban tras la tela.
