Estirándose con languidez, Aditya fue arrancado de un sueño profundo y pacífico. Los primeros rayos de luz matinal se filtraban por la habitación, acariciando su piel con calidez. Despertar al amanecer se había convertido en una parte incrustada de su rutina, pero cada día se sentía como una bendición más que como una obligación.
Sus ojos cayeron sobre la figura a su lado, Julia. Su prometida. Su futura esposa. Su serena cara durmiente era la primera visión que atesoraba cada día. Mientras la observaba dormir, una sonrisa tierna tiraba de las comisuras de su boca. Sus cuerpos estaban entrelazados, su piel desnuda tocándose, íntimamente familiarizados el uno con el otro. Su brazo estaba rodeando su delgada cintura, acercándola más, de manera que ella estaba pegada contra su pecho, envuelta en el calor de su cuerpo.