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—Presentando a todos, nuestra nueva gobernante, ¡Su Majestad! —la sonora voz del anunciador retumbó a través del vasto salón del trono, que estaba bañado en un silencio anticipatorio. Alineados a ambos lados del gran salón, los nobles del Palacio Mar Profundo estaban de pie, sus rostros una mezcla de intriga, curiosidad y aprensión.
A medida que las grandes puertas doradas al final del salón se abrían lentamente, todas las miradas se dirigían a la figura que hacía su entrada. Allí estaba, Laura, resplandeciente en su atuendo real. Una corona de oro, símbolo de su nuevo estatus, reposaba sobre su cabeza, capturando la luz y brillando intensamente. Sostenía un báculo dorado, símbolo de su autoridad, de pie, alta y orgullosa como la Emperatriz del Palacio Mar Profundo.