Cuando Sasha se lanzó hacia adelante, su daga dirigida al pecho de William con mortal precisión, esperaba que su ataque acertara. Sin embargo, en una muestra de agilidad y gracia sin paralelo, William evitó su ataque sin esfuerzo. Sus movimientos eran fluidos, como si bailara con las sombras, dejando a Sasha atónita y desconcertada.
Sus ojos se abrieron en incredulidad mientras su hoja cortaba nada más que aire. La realidad de la situación cayó sobre ella, destrozando sus expectativas. ¿Cómo podía este hombre aparentemente ordinario, un mero cultivador de Pico del Tercer Orden, evadir sus ataques con tanta facilidad?
La confusión roía en la mente de Sasha, sus pensamientos apresurados para comprender lo imposible. Se había enfrentado a innumerables oponentes en batalla, pero ninguno había eludido sus golpes con tal destreza. La revelación sacudió los cimientos de sus creencias, dejándola vulnerable y expuesta.