Mientras Noah y Sylvie esperaban pacientemente la llegada del padre de Noah, su conversación tomó un giro ameno, con Sylvie bromeando juguetonamente sobre la recién estrenada vida de casado de Noah.
—Noah, ¿cómo va tu vida de casado? Solo puedo imaginar las dificultades que debes estar enfrentando, especialmente a la hora de levantarte de la cama por la mañana —dijo Sylvie con picardía, una sonrisa traviesa danzando en sus labios.
Las mejillas de Noah se tiñeron de un tono de vergüenza, su mirada momentáneamente dirigida hacia abajo. Había verdad en la broma de Sylvie, ya que él y su prometida habían intercambiado recientemente votos y emprendido su viaje matrimonial. Los últimos meses habían pasado volando en un torbellino de alegría y adaptación.