En la región del sur del Continente de la Isla Agonizante, Kane, el exrey del Reino del Horizonte, paseaba por las calles familiares, con su hija Jennifer acurrucada en sus brazos. Las vistas y los sonidos que una vez definieron su reino ahora habían cambiado hasta quedar irreconocibles. En el lapso de unos pocos meses, la transformación había sido profunda, dejándolo asombrado por los cambios que habían sobrevenido a su otrora pequeño reino.
Mientras caminaba entre las bulliciosas calles, Kane observaba la vibrante muestra de luces multicolores que iluminaban la ciudad. La alegría y la felicidad irradiaban de los rostros de la gente, su contentamiento era palpable. Era una vista que no había logrado presenciar durante su reinado como rey, un tiempo marcado por las luchas y la pobreza.