—No soy tu esposa —respondió Alicia con un tono frío y amenazador.
Viendo a la Diosa de la riqueza tan seria, Aditya tuvo ganas de rodar los ojos. Obviamente estaba bromeando con ella. —Líder de la guild, nunca te llamo mi esposa. Además, ¿quién querría a alguien como tú por esposa? No me malinterpretes, realmente te falta el toque femenino que una chica necesita para atraer a los hombres. Mi Julia es cien veces más atractiva que tú.
—Tú... tú... —Aditya de repente sintió que había dicho demasiado al ver a la Diosa temblar mientras intentaba contener su ira.
—Líder de la guild, por favor cálmate. Enojarse no es bueno para la salud de una chica. He oído que aquellas que se enojan fácilmente, desarrollan arrugas en sus caras a temprana edad —Alicia tomó una respiración profunda para calmarse. Era la mujer más hermosa del continente de Westnia. La belleza de la Diosa de la riqueza no era en absoluto inferior a la de Julia. Ambas chicas eran excepcionalmente hermosas.