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(Punto de vista de Drácula)
En los grandes salones de su lujoso palacio, Drácula se sentó en su ornamentado trono con una deliciosa copa de sangre fresca en las palmas de sus manos.
A su alrededor había un ambiente de opulencia mientras los diversos líderes de su ejército improvisado tomaban asiento en la gran cámara experimentando el mismo lujo que Drácula, lo cual contrastaba marcadamente con las realidades destrozadas por la guerra en el exterior que estaban sufriendo sus subalternos.
Dentro de estos muros, Drácula se sentaba ocioso, maquinando y contemplando su próximo movimiento para debilitar a los vampiros modernos mientras esperaba el informe diario antes de comenzar la reunión del día.
Fue entonces cuando un general hombre lobo, con una postura rígida de respeto, se acercó con el último informe. —Mi señor —comenzó en un tono queda—, los vampiros modernos están en caos. La pérdida de Vega Titus los ha dejado vulnerables, su moral significativamente dañada.
