Con Odín retorciéndose como un perro, el resto de los dioses dentro del monumento perdieron mucha confianza.
Para que Rudra tuviera a la reina en su espalda y fuera llamado «Maestro» por viejos monstruos como Odín confirmó los peores temores de muchos de que él era de hecho el Supremo Señor del universo.
No fue difícil aceptar el concepto de que el universo tuviera un gobernante supremo. Sin embargo, para aquellos que habían sido criados libres, aceptar de repente el gobierno de un ser superior era difícil.
Esta dificultad era aún mayor para el consejo de monarcas que había sido el órgano de gobierno de la reina y que había perdido la mayor autoridad cuando Rudra se convirtió en el Supremo Señor.
Si Rudra hubiera venido del reino celestial, habrían aceptado su reinado sin quejas. Al fin y al cabo, eran muy conscientes de la brecha de poder entre ellos y los celestiales.
