—Ten cuidado, no te esfuerces demasiado, ¿de acuerdo? —preguntó Lashara con una expresión preocupada.
—No te preocupes mamá, estaré bien —insistió Rui, pero ella no parecía convencida.
Era una fría mañana, como siempre. Rui estaba parado en la puerta de entrada del orfanato, frente a Lashara y otros miembros del Orfanato. Habían pasado tres días y ahora era tiempo de que Rui regresara a la Academia.