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Rui observó su reacción cuidadosamente. En la mente de Rui, había un cuarenta y cinco por ciento de probabilidades de que se dirigiese directamente a la cueva, un cuarenta y cinco por ciento de que regresara a la aldea para conseguir algo de iluminación para poder ver, y solo un diez por ciento de probabilidades de que olvidase la caza de la bestia.
Vranil se dio la vuelta y corrió a toda velocidad en dirección a la aldea.
—Mhm, cauteloso —murmuró Rui descontento—. Había esperado que Vranil entrara en la cueva a ciegas. Eso habría facilitado mucho las cosas. Si hubiera hecho eso, habría sido el fin del juego.