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—Ella se sumergió con su rostro y lo mordió en el cuello. Sus dientes atravesaron su carne mientras el dolor lo invadía y enviaba un shock eléctrico a través de su cuerpo.
No era brusca con sus acciones pero tampoco era suave. Era suficiente para causarle dolor y placer al mismo tiempo en un perfecto equilibrio.
Se mantuvo en esa posición y esperó a que él gritara, pero él no mostró tal reacción.
El joven sufría del dolor de su mordida de amor, pero ella no lo hizo lo suficientemente fuerte como para causar una hemorragia. En ese momento, disfrutaba de su cuerpo de hada abrazándolo y de sus labios jugosos y suaves tocando su cuello.
Sus melones, que eran demasiado suaves y bien dotados, se presionaban contra su cuerpo, lo que hacía que este momento fuera dichoso para él.
Para cada hombre, esto era una tierra de tesoros que todos deseaban experimentar una vez en la vida.