La mañana era brillante y la luz del sol resplandeciente mostraba claramente las dos figuras en la cama abrazadas.
Lia estaba abrazando a Rio como si fuera su oso de peluche. Ambos estaban perdidos en su tierra de sueños pero una sonrisa adornaba sus rostros.
Después de unos momentos, ella abrió lentamente los ojos y se encontró acurrucada en Rio.
—Desearía poder detener el tiempo y quedarnos así. Ah... casi lo olvido. Debería conseguir eso para él. Le ayudará en sus próximas misiones —pensó.
Ella recordó 'algo' y se sentó en la cama. Miró el rostro dormido de Rio e inclinó hacia él.
Tenía miedo de que él pudiera abrir los ojos y su corazón latía más rápido. Ya que había llegado tan cerca de su rostro decidió ejecutar la tarea que quería hacer.
Le dio un beso en la mejilla derecha y salió de la cama lentamente sin hacer ruido.
Fue hacia el baño para refrescarse lo que hizo que no viera los ojos del chico que estaban un poco abiertos y la espiaban.