—Sin sorprenderse, una vez que el debilitante dolor que Riekan sentía había disminuido mientras yacía en el frío suelo de piedra de la habitación, no pudo evitar que escaparan de su boca múltiples palabrotas al notar que Valyr se dirigía hacia donde estaba.
—¡Pensar que recurrirías a tácticas tan burdas, humano! —exclamó al conjurar la espada de plata que estaba ligeramente lejos de él de vuelta a sus manos—. ¡No eres diferente del hombre que me encerró aquí!
—¿Es así? —En respuesta a las palabras de Riekan, Valyr alzó una ceja con ligero interés, abriendo su boca para replicar justo en el momento en que llegó frente al todavía acostado Riekan. Después de eso…
¡Bang!
—75!!
—Sin la más mínima vacilación, Valyr pateó sin ceremonias al ser en esa área una vez más, sintiendo que tenía que hacerlo por despecho después de escuchar algo así.