—¿Nombre? —dijo el joven sacando una tableta delgada de debajo del mostrador antes de infundirla con un poco de maná.
—Valyr —respondió Valyr.
—Permíteme verificar si hay habitaciones disponibles para que entres ahora mismo —mientras el joven asentía, estas palabras salían de su boca en un tono despreocupado y ligeramente desinteresado—. Después de eso, miró a Valyr—. A menos que estés aquí para reservar un foso para una fecha futura.
—Me gustaría entrar ahora mismo —Valyr negó con la cabeza ante la última declaración del hombre, provocando que el hombre asintiera en respuesta antes de seguir infundiendo maná en la tableta que sostenía, leyendo la información que aparecía en su superficie.
—De acuerdo. Todavía tenemos algunos fosos vacantes en los que podrías entrar en cualquier momento —dijo el joven mientras miraba a Valyr antes de extender una de sus manos—. Una moneda de oro para la entrada.