Asher avanzó con confianza por el sórdido pub, sus botas pulidas resonando contra los desgastados y sucios suelos de madera.
Detrás de él, arrastraba a una encadenada y desnuda Rebeca, cuya voluptuosa y atrayente figura inmediatamente giraba cabezas, sus ojos se abrían de par en par en shock e incredulidad.
—¿¡Quién es esa diablesa desnuda?! —gritaron.
—No tengo ni idea, ¡pero mi pene está a punto de explotar ya! —exclamó otro.
En solo un momento, en sus mentes se imaginaron todo tipo de libertinaje con la belleza desnuda y ardiente que estaba siendo arrastrada.
Algunos de los clientes más valientes se frotaban las manos para tocarla, pero el tamaño impresionante y la presencia imponente del hombre enmascarado les hizo pensar dos veces antes de intentar tocarla.