—¿Qué es? —preguntó Asher, sus cejas fruncidas reflejando el peso de su pregunta.
Ceti, con la mirada distante como si escrutara las nieblas de sus propios recuerdos, respondió con una vacilación nacida de la incertidumbre—. Después y antes de que despertaras de tu estado sin alma, tuve sueños extraños... de la mayoría de los cuales no puedo acordarme ahora…
Su voz se desvanecía, un susurro en el aire solemne—. Pero había detalles... vívidos y aterradores. Tú, en tu Forma de Portador del Infierno, sobre una pila de esqueletos rotos y carbonizados, rodeado de muerte y destrucción. Se sentía aterrador... como si estuviera en Tártaro —confesó, los remanentes del miedo aún aferrándose a los bordes de sus palabras—, y luego añadió con una mirada culpable—. Por eso desconfiaba de ti. Pensé que sería mejor si no te acercabas a la reina. Tus orígenes desconocidos solo me hicieron pensar peor.