Justo cuando Drakar sonrió amenazadoramente al ver la punta de su daga a punto de atravesar el corazón de Rowena, sus ojos se abrieron de par en par cuando ella de repente levantó la mano.
La rápida reacción de Rowena tomó por sorpresa a Drakar mientras su hábil maniobra hacía que su daga se clavara en su hombro en lugar de su corazón.
Las cejas de Drakar se alzaron incrédulas, sin entender su estrategia hasta que la sangre que brotaba de su herida erupcionó en llamas feroces y devoradoras.
—¡Yargh! —el intenso fuego carmesí se extendió rápidamente, envolviendo su brazo y provocando un gruñido primitivo de dolor de él mientras se retraía instintivamente.
—Tu insignificante experiencia jamás podrá igualar los instintos de mis antepasados —declaró Rowena, su voz fría y grave al tiempo que le propinaba una potente patada en el pecho a Drakar.
La fuerza de su golpe resonó a través del aire, una onda expansiva ripolando hacia afuera mientras Drakar era lanzado hacia atrás con fuerza.