El balcón del palacio real de Draconis presentaba una austera vista de los inmensos cielos carmesí. Y en este balcón, una belleza amenazante con cabello plateado-lavanda y alas de plata oscura se encontraba de pie con una mirada fría.
Su postura era rígida, sus ojos inmóviles mientras examinaba su dominio, o quizás estaba imaginando algo con fría anticipación.
Mientras estaba allí, perdida en sus pensamientos, una figura alta y corpulenta se acercó a ella con pasos medidos. A pesar de su constitución robusta, tenía un rostro joven y cincelado con cabello negro largo.
La figura exudaba un aura de fuerza y amenaza y tenía alas de escamas grises.
Se detuvo junto a ella, inclinando brevemente la cabeza en señal de respeto —¿Me has pedido, madre? —inquirió, su voz un retumbo profundo que resonaba en el aire quieto.
Lysandra, sin apartar la vista del horizonte, respondió —Rhygar, ¿has hecho los preparativos adecuados para vengar a tu hermano menor, verdad?