La amplia caparazón de Callisa era como una gigantesca meseta flotante. Asher se sentó con la espalda recta, sintiendo el ligero calor que emanaba de su caparazón. El suave movimiento de balanceo era hipnótico, haciéndole preguntarse por qué no había disfrutado más a menudo de ella.
De vez en cuando, podía sentir cómo un tentáculo de sus emociones se entrelazaba con las suyas: alivio, alegría, preocupación —todo mezclado en uno.
Desde que lo vio despierto, había insistido y lo hizo sentar sobre ella.
Otros podrían pensar que su insistencia en que él se sentara sobre ella era solo un acto de cariño, pero también era su manera de asegurarse de que él estuviera realmente bien.
Los ojos bulbosos de Callisa parpadearon lentamente, mientras escuchaba atentamente la discusión que tenían Ceti, Merina e Isola junto a Asher, todos sobre su caparazón.
La suave luminiscencia del mágico entorno que los rodeaba daba a la escena una calidad casi onírica.