William ignoró las voces que resonaban en su mente mientras corría lo más rápido posible hacia la posición de Sara.
Sabía que tardaría alrededor de dos a tres minutos en llegar allí. Sin embargo, se aseguró de presionar a los cinco miembros exploradores, dándoles menos tiempo disponible antes de activar la formación.
En el momento en que William se acercó, pudo ver lo peligrosa que era la situación allí arriba. Había dejado a Sara sola, y ella estaba intentando luchar contra cien monstruos o incluso más en ese momento.
Afortunadamente, la mayoría de ellos eran más débiles que los monstruos de grado plata, con solo algunos de grado plata. Y eso le dio a Sara un poco de dolor de cabeza.
Ella tenía la experiencia suficiente para mantener su vida intacta, pero su cuerpo aún sufrió muchas heridas.
—¡Activen la formación! —aún antes de llegar, gritó—. Entren y no se preocupen por ningún monstruo que entre en el rango de la formación.