La montaña empezó a temblar, el suelo se sacudía y otros picos vibraban en respuesta a la activación.
El corazón, una vez activado, liberó un brillante rayo de luz dorada, uno que se elevó durante cientos de metros desde la montaña, formando una señal para cualquiera desde lejos.
El rayo de luz no se detuvo ahí y comenzó a liberar volutas de poder. Todas eran doradas al principio, empezaron a cambiar a plata, azul, verde y luego blanco a medida que se alargaban. Al final, se volvieron transparentes, desvaneciéndose en el mundo, haciendo un poco difícil ver.
William sabía que estos eran tentáculos formados por el corazón, las cosas que empezarían a absorber el poder espiritual de todas las formaciones conectadas a él. A medida que estos tentáculos se alargaban y desvanecían en el aire, sabía que era momento de empezar a atacar la formación hostil.
