Tomó una profunda y ruidosa inspiración antes de añadir —los pergaminos que encontré decían que él era un zorro gigante, con nueve colas, con la habilidad de separar su espíritu en muchos secuaces. Podía enviarlos lejos de él, vivir sus vidas, antes de devorarlos de vuelta y nutrir su poder y conocimiento espiritual con lo que aprendieron. Era un monstruo aterrador y terrorífico, único en su especie, sin nadie como él apareciendo jamás en la entera e interminable historia de nuestro mundo.
...
Cuando William escuchó lo que ella dijo, no pudo evitar experimentar un escalofrío muy frío en todo su cuerpo, acompañado por un feroz temblor fuera de su control.
¡Este monstruo...! ¡Era el mismo al que se enfrentó y falló en matar antes, el que volvió en el tiempo para matar, su archienemigo, su némesis más letal, el zorro de nueve colas!
