Aun así, ¡hacía calor! Angélica no paraba de gritar presa del pánico, exclamando en voz alta lo caliente que estaba.
Antes de que William pudiera pensar qué haría a continuación, ignorando los gritos de Angélica, sintió una especie de fuerza oculta arrastrando su cuerpo hacia abajo.
—¿Es esto normal? —William sintió que la luz se atenuaba cada vez más a medida que se hundía. Intentó resistir esa fuerza, pero fue en vano. Era como hundirse en las profundidades de un océano, sin saber nadar, sin oxígeno para respirar.
Se sintió impotente, pero como se trataba de un portal, entonces debía tener un fin. William sintió que la fuerza de atracción se hacía más feroz a medida que se hundía más, terminando por no ver nada más que oscuridad absoluta.
Incluso Angélica, a quien llevaba con su cola, fue devorada por la oscuridad.
