—¡Vamos! —dijo Park, pero nunca se movió. Dejó pasar a otros diez del grupo, y eso hizo que William tomara nota de él en su corazón.
Uno tras otro, un hueco aparecía tras otro. Y con cada hueco, pasaba más gente.
—Ahora nos toca a nosotros —se giró William hacia Park y otros cinco con él—, vamos —asestó otro golpe y el hueco que se había cerrado volvió a abrirse. Una vez que pasó por él, él y los demás finalmente salieron.
—Esto… —el asombro en el rostro de Park y de los demás no era menor que el que tenía William cuando apareció aquí por primera vez.
—Te dije que podía sacarte a salvo —se encogió de hombros William—. Quédate aquí. Vendrán conmigo, supongo —dijo esto a Park y este no pudo evitar tragar saliva, engullendo su inmenso asombro interior.
—¿Dónde estamos? ¿Tienes alguna idea de qué está pasando? —mientras William guiaba a Park de regreso, este último seguía preguntando, y William solo respondía con negativas.